Mónica Rebollo entrevista a Leticia Sierra, autora de 'Lo que oculta la tierra'

Leticia Sierra nos habla de su última novela Lo que oculta la tierra, un thriller histórico basado en los hechos ocurridos en el Pozo Fortuna durante la posguerra asturiana. A través de una trama policiaca, la autora aborda temas como la memoria histórica, el perdón y las cicatrices del pasado. En sus palabras, la memoria no solo nos sana, sino que también nos obliga a enfrentar los horrores que formaron parte de nuestra historia. Sierra reflexiona sobre el impacto de contar historias tan dolorosas y la responsabilidad de dar voz a lo que durante años permaneció oculto. 

 ¿Qué tal te encuentras después de publicar un nuevo libro Lo que oculta la tierra? 

 Estoy muy contenta porque el feedback ha sido muy positivo. La recepción por parte de los lectores está siendo excelente, lo que me llena de satisfacción. La historia que narra Lo que oculta la tierra es una historia a la que quería darle visibilidad, y me alegra mucho ver que está logrando precisamente eso. Aunque siempre hay nervios, sobre todo porque un libro representa un trabajo largo y un esfuerzo considerable, cuando finalmente lo terminas y lo ves en las librerías, lo único que deseas es que guste, que los lectores lo disfruten. Que se sientan satisfechos de haber invertido en un libro que realmente valga la pena. Esa inquietud siempre está presente, el miedo a que eso no suceda, pero al final lo que importa es que el lector lo valore.

 Si tuvieras que describir Lo que oculta la tierra en una sola frase, ¿cómo lo harías?  

La memoria se hereda, y el odio también. La memoria se transmite, pero también lo hace el dolor. Si tuviera que resumirlo en una frase, diría que Lo que oculta la tierra es una historia que nunca debería haber sido contada, porque nunca debió haber sucedido.

¿Qué dirías que distingue tu novela de otros thrillers que abordan temas históricos similares? 

La novela tiene un fuerte componente histórico, ya que está basada en hechos reales de la postguerra asturiana, un tema muy duro que me obligó a salir de mi zona de confort, pues soy escritora de novela policiaca contemporánea. Para escribir Lo que oculta la tierra, realicé una exhaustiva investigación sobre los eventos ocurridos en el Pozo Fortuna entre 1937 y 1940, y también sobre la investigación policial de los años 90, que era mucho más analógica que la actual. Además, tuve que recorrer el valle de Turón, que ha cambiado mucho desde entonces, y apoyarme en personas que conocían bien la zona. La novela también explora las tensiones familiares, especialmente entre el protagonista, Daniel, y su padre.

La novela está cargada de emoción y de tensiones familiares profundas, especialmente entre Daniel y su padre. ¿Cómo lograste balancear el desarrollo del thriller con esa carga emocional tan palpable? 

Fue un proceso largo y de mucho trabajo. De hecho, tardé cuatro años en escribir la historia. Aunque ya tenía la trama en mi cabeza, la investigación estaba hecha y los personajes definidos, me costó bastante tiempo plasmarlo todo en el papel. Lo que más me costó fue encontrar el equilibrio adecuado entre la trama policiaca y la historia real que narra el libro. Al final, esa historia real es la que realmente lleva el peso, es la protagonista principal.

Uno de los mayores retos fue encontrar la voz narrativa adecuada. No quería que una de las dos tramas opacara a la otra o que se solaparan de manera que perdieran fuerza. Necesitaba que ambas tuvieran una conexión sutil, casi invisible, que uniera todo sin que se notara de forma forzada. Y ese balance me llevó tiempo.

Además, me doy cuenta de que estoy hablando de un lugar muy personal para mí: mi valle. Mi marido es de Turón y yo tengo raíces allí también, por lo que estoy hablando de mi gente, de mi familia, de mis amigos. Hay una carga emocional muy fuerte cuando tocas un tema como este, sobre todo porque estoy tratando algo tan delicado como lo que ocurrió en el Pozo Fortuna. Es un tema que exige mucho respeto, y por eso me aseguré de abordarlo con mucha cautela, pisando con cuidado y con la máxima delicadeza posible.

La historia hace constantes referencias a la memoria, el odio y las cicatrices del pasado. ¿Crees que la memoria histórica es algo que debe ser sanado o más bien enfrentado para poder seguir adelante? ¿Cómo se refleja esta idea en los personajes de la novela? 

La memoria histórica nos sana, porque las heridas son muy profundas. A día de hoy, todavía persiste mucho dolor respecto a este tema, y son heridas que no curan fácilmente. Creo que la memoria histórica no solo debe enfrentarse, sino que debemos hacerlo de cara, mirándola a los ojos, sin girar la cabeza cuando el tema nos incomode o sin ocultarla, haciéndonos creer que no pasó nada solo porque nos conviene.

Es fundamental recuperar esa memoria histórica, pero hacerlo de manera auténtica, sin edulcorantes ni maquillajes. Debemos conocer el pasado tal y como fue, aunque nos duela o nos avergüence como seres humanos. Para mí, esa es una forma de honrar a las víctimas. Es una manera de respetarlas y de darles la voz que no tuvieron en su momento, para entender quiénes somos, de dónde venimos y, sobre todo, para saber hacia dónde vamos y poder mejorar nuestro futuro.

¿Piensas que hay algo terapéutico en escribir sobre estos temas tan oscuros? ¿O más bien es un ejercicio de catarsis personal al poner en palabras lo que, de otro modo, permanecería enterrado? 

Al final, es una crónica de algo que ocurrió y que estuvo silenciado hasta hace relativamente poco. El Pozo Fortuna estuvo oculto, literalmente, debajo de una carretera. Construyeron la carretera sobre él para hacer que desapareciera. Este pozo no fue redescubierto hasta el año 2003. Es increíble, porque estamos hablando de algo que estuvo silenciado durante más de 40 años, ¡en realidad, más de medio siglo!

Creo que es fundamental contar esa historia. Para mí, es un ejercicio de responsabilidad a nivel personal, como ciudadana. Eso ocurrió, y esa tragedia formó parte de la historia del Valle de Turón. No lo veo como un acto terapéutico, sino como una obligación moral. Como persona, como ciudadana que vive en un estado libre y democrático, tengo la responsabilidad de compartir esa verdad. 

A lo largo de la trama, los personajes parecen atrapados en una lucha entre el perdón y el resentimiento. ¿Qué papel juega el perdón en la reconstrucción de los lazos familiares y qué nos dice sobre la naturaleza humana? 

Uno de los sentimientos más palpables en la novela es el odio, sobre todo el odio ajeno. Es ese resentimiento que no es nuestro, sino que lo heredamos de oír a los demás hablar, contar sus historias y transmitir sus vivencias. También está el perdón, pero lo que realmente siento que prevalece es la reconciliación.

La reconciliación, tanto con uno mismo como con esos hechos que ocurrieron. Esa capacidad de hacer las paces con el pasado, de aceptar lo que sucedió, es uno de los temas centrales de la novela.

Los personajes secundarios, como el cabo Jesús Arias y el forense Braulio, parecen aportar un toque de humor muy necesario. ¿Cómo decides cuándo incluir momentos de alivio en una trama tan oscura? 

Lo hice de forma muy dosificada, porque no estamos hablando de un libro de humor ni de comedia. Sin embargo, sentí que el libro tenía una carga emocional tan fuerte que necesitaba un toque de ligereza, algo de sarcasmo o chascarrillo para aliviar esa tensión durante la lectura. Así que lo introduje de manera muy medida.

Es algo que se refleja en los diálogos de dos personajes: uno es el forense y el otro, el cabo Arias, que es compañero del investigador principal. Son pequeñas píldoras de humor que suelto aquí y allá, para aligerar un poco esa carga emocional que, en ciertos momentos, podría volverse demasiado intensa.

En un thriller tan cargado de secretos y emociones intensas, ¿qué esperas que el lector se lleve al final de la historia? ¿Qué lecciones o reflexiones crees que se abren a través de las experiencias de los personajes? 

Lo que quiero que el lector se lleve en primer lugar es el conocimiento del Pozo Fortuna: qué es, dónde está, dónde se puede visitar y, por supuesto, qué ocurrió allí. Ese es mi objetivo principal.

Quiero que la gente conozca la historia del Pozo Fortuna. Es cierto que en España existen muchos pozos Fortuna, pero yo escribo sobre este, el que está en el valle de Turón. Y luego, como reflexión, para mí es muy importante que el lector entienda lo que dice la cita al principio del libro: 'No hay bandera lo suficientemente grande para tapar la vergüenza de matar a gente inocente'. Da igual la bandera, da igual la ideología, da igual el bando. El ser humano es el mismo en cualquier época de nuestra historia. Da igual a qué bando pertenezca, qué ideología defienda o qué bandera ondee. Si se le legitima, si no hay consecuencias, el ser humano mata.

Ese es el mensaje que quiero transmitir. Somos animales de dos piernas, y si no hay freno, cruzamos esa línea. Lo único que nos detiene es un código penal, una estructura legal que pone límites. Aunque hablo de la posguerra y de unos años muy concretos en los que ocurrieron los hechos en el Pozo Fortuna, podría hablar de las mismas barbaridades ocurridas cuatro años antes, en el otro bando. La violencia no tiene ideología; la violencia es una constante que se repite.

¿Crees que el ser humano es bueno por naturaleza? 

Soy bastante escéptica en cuanto a la naturaleza del ser humano. Creo que todos nacemos con esa semilla de maldad dentro, y somos muy sensibles a que se nos despierte. En mi opinión, el ser humano tiende más hacia la maldad que hacia la bondad.

Dado el impacto tan fuerte de tu novela, ¿te gustaría ver Lo que oculta la tierra adaptada a otro formato, como cine o serie? ¿Cómo imaginas esa adaptación y qué cambios te gustaría que se hicieran, si es que hay alguno? 

Me encantaría que lo llevaran al cine. Soy muy cinéfila; prefiero una película antes que una serie, y si es en una sala de cine, mucho mejor que en la tele.  

En principio, no me gustaría que hicieran cambios. Me encantaría que lo llevaran tal cual está en el libro, tal como está escrito. Aunque, como sabes, cuando se guioniza, hay que condensar y es inevitable que haya algunos cambios. Pero, en mi fantasía, como soñar es gratis, lo ideal sería que lo llevaran a la gran pantalla tal como está.

¿Te ves explorando más historias en este contexto histórico o quizás trabajando en otros géneros literarios? 

Me gusta mucho el género policiaco, me siento muy cómoda en él. Aunque, por ejemplo, con Lo que oculta la tierra, salí un poco de mi zona de confort al adentrarme más en la historia, siempre intentaré que mis historias tengan una trama policiaca. Esa trama es la que me permite hablar de otros temas.

En este caso, la trama policiaca me dio pie para hablar de lo que ocurrió en Fortuna entre 1937 y 1940. Si en mi próximo libro me apetece escribir sobre algún hecho histórico, no te diría que no, porque le he cogido el gusto a eso de bucear en la historia.

Pero siempre con una trama policiaca como eje, como nexo de conexión con la historia. Ese será el centro, el núcleo que lo vertebre todo.

Y, sobre lo que me preguntaste antes sobre si creo que somos buenos o malos por naturaleza, como te dije, soy escéptica con respecto a la naturaleza humana, y los hechos históricos son mi prueba.

A pesar de estar cómoda en este campo, ¿cómo has evolucionado como autora? 

Creo que sí. Yo misma no noto tanto la evolución, pero mis lectores sí la han notado. Al menos, eso es lo que me dicen, que perciben una evolución positiva en comparación con mis novelas anteriores. Dicen que se nota una madurez literaria.

La verdad es que quiero creer que es así. Yo no lo noto en mí misma, pero si todos los lectores que me han comentado coinciden en lo mismo, entonces habrá que hacerles caso.

¿Has llegado a tener el síndrome del impostor tan común en escritores y novelistas? 

Ahora ya no, pero sí lo tuve. Con mi primera novela, el síndrome del impostor me afectó bastante fuerte. Iba como pidiendo permiso, no sé cómo explicarlo. Iba a los eventos, a los actos, casi con la sensación de que no merecía estar allí. Sí, definitivamente lo experimenté. Pero ahora ya no es así. Todo es cuestión de acostumbrarse.

¿Qué planes tienes para los próximos meses? 

En los próximos meses, me concentraré en promocionar Lo que oculta la tierra, que ya estoy en plena promoción. Ahora, con la llegada de la primavera, empiezan todos los festivales y ferias, así que se avecina una primavera y un verano intensos y divertidos. Por ahora, ni descanso porque no tengo tiempo para descansar, pero tampoco escribiré porque necesito distanciarme un poco de esta novela. Necesito tomar algo de distancia antes de empezar a trabajar en la siguiente.

La idea de una novela te llega cuando menos te lo esperas. Lo que oculta la tierra me llegó de forma completamente casual, sin que pensara en escribir nada relacionado con esto. Estaba dando un paseo con mi marido cerca del Pozo Fortuna, y le pregunté qué era ese lugar. Él me contó brevemente, y en ese momento surgió la historia. No lo tenía planeado, ni mucho menos. Fue en ese instante cuando germinó la idea. De hecho, fue una casualidad total. Nunca sabes cuándo te va a venir una idea. A veces puede ser una conversación, algo que escuchas furtivamente en un bar, y eso te da la chispa para escribir un libro.

Mónica Rebollo